Actualmente a la hora del almuerzo, en los alrededores de las obras en construcción, el olor a marihuana es para asustar a cualquier potencial comprador de esos departamentos. El fenómeno del aumento, y la posterior normalización del consumo de la marihuana coincide con la «ley de tolerancia cero» del alcohol; ley que desató una persecución de los conductores bebedores despiadada (no por eso menos justa), junto con el placer intrínseco en la formación policial de juzgar y multar; esto transformó los hábitos de la mayoría de los choferes, excepto de aquellos choferes que detectaron el vacío de no chequear, ni fiscalizar el consumo de droga. El fenómeno de aparición de sustitutos o reemplazos a lo prohibido no es nuevo y la aparición de la marihuana, como reemplazo al alcohol, para andar atontado y hacerle el quite a la realidad se hizo realidad de forma subterránea, un fenómeno que, otra vez, no vimos venir. El Senda no pudo intuir esta jugada maestra de los jóvenes, quienes normalizaron el consumo transversalmente, y también lo normalizamos muchos padres de jóvenes que «carreteaban» en esa época. Pero de aceptar que nuestros hijos evadieran su realidad con drogas a ver que quienes construyen los edificios se droguen hay una distancia grande; primero que todo nuestros hijos lo hacían en lugares dispuestos a la recreación, y aun cuando más de alguno debe haber conducido drogado (ese perfil es de los mismos que conducían «copeteados», los «refractarios») el fenómeno de lograr que quién se sentara al volante lo hiciera en plenitud de condiciones es igual de irresponsable a los obreros que tienen en sus manos inversiones de millones de pesos o dólares y , lo más importante, las vidas de las personas que llegarán a habitar esas construcciones; por eso es preocupante la gente que trabaja drogada, porque su estado mental no es lúcido cuando la situación lo requiere, y en cualquier circunstancia o desempeño profesional o manual esto es el mínimo exigible.

Regresando al tema de la imposición de la ley de «Tolerancia Cero» al conducir un vehículo habiendo consumido alcohol, recuerdo que me impresionó la pasión, que rondó con la «mala leche», con que los carabineros salieron a fiscalizar y cursar infracciones, considerando el hecho de que antes de esa ley existía otra ley, la que se reemplazó con la de «Tolerancia Cero», que establecía distintos parámetros de ingestión de alcohol para los conductores; entonces quedan dos temas dando vueltas, primero: ¿porque no tuvieron la misma avidez y despliegue territorial con la ley «vieja»? para fiscalizar que esa ley se respetara, ¿ cuanta gente se habría salvado si hubiera existido esa misma «pasión»? ¿ cuantos mutilados menos ? ¿ cuantas familias seguirían completas ? ¿ cuanto dinero se habría ahorrado de bomberos, salud y abogados? ¿podría dar lugar a una demanda al Estado por falta o negación de servicios?. ¿Se han fijado que los gobernantes de derecha tienen mayor tendencia a «castrar» o cortar de raíz los problemas, en comparación a los gobernantes de izquierda?, hay varios ejemplos de locales, clubes o pubs que fueron clausurados o rescindida su patente porque habían altercados o balaceras en los alrededores o inmediaciones, y la pregunta cae de inmediato ¿y no es el espacio público una responsabilidad del Estado?, según sé, así es, por lo que da la impresión de que esa actitud de desviar la culpa hacia otro es un truco bien urdido y tramado, por los mentirosos o cobardes para desconocer su propia culpa o incapacidad, y en eso los gobernantes de ambos lados reaccionan de manera similar, con una superioridad estadística de los de derecha (disculpas a quienes les pueda parecer mentira u ofensivo, pero es cosa de leer los diarios y formarse la opinión que comparto).

Por otro lado hay que considerar como evitar la corrupción de las drogas en el sistema público.

Quienes trabajan en el aparataje público deberían ser sometidos a pruebas periódicas que acrediten que se desempeñan sin consumir drogas, es el colmo que quienes consumen pretendan representar a una sociedad que aún se resiste a que quienes desempeñan funciones sensibles sean adictos. Esto es injusto, por lo demás, para quienes no consumen y tienen las habilidades y entrenamiento para desempeñarse en esos mismos puestos de trabajo; igualmente, debería ser obligatorio que quienes dirigen las constructoras hicieran las mismas pruebas a todos quienes son los que levantan sus imperios y además sustentan su prestigio y bienestar económico en la fe pública; algo que ya se está viendo en las empresas mineras pioneras en cuidar sus inversiones y patrimonios. Solo los mejores, nada de contratar gente que funcione a media máquina con droga o que use las drogas que son estimulantes y parezcan más capacitados para un desempeño, mientras les dura el efecto de la droga, pero después son unos despojos mentales. De hecho debería ser motivo de despido sin sumario el arrojar positivo un examen de pelo, incluso en el caso de los electos por votación popular, incluido un Presidente de la República, así como jueces, fiscales y otros estamentos que no son electos popularmente. No basta con levantar el «Secreto Bancario», también hay que correr el velo tupido del consumo «personal», que a partir del hecho de que quien consume rara vez produce sienta las bases de un germen de corrupción peligroso.

Más transparencia, menos «Buen Gusto», esa es la realidad que nos salvará.

Por malgusto

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x