Hace rato me ronda en la cabeza encontrar un antídoto contra el comercio ilegal o comercio callejero o los toldos azules. Antídoto como quién busca la solución antes de que se instalen los toldos. Porque soluciones para después de su instalación en la calle son onerosas (movilizar verdaderos regimientos de carabineros y guardias municipales, a veces por días consecutivos, construcción o habilitación de rejas, u otros cierres perimetrales), son peligrosas y temerarias (por parte de quienes quieren evitarlos y la respuesta de quienes insisten en instalar sus toldos o carros o paños). También se me ocurren otras formas más cruentas, hasta sangrientas, que irían muy de la mano con las soluciones que afloran en la mente de los Kast, Kaiser y otros próceres de nuestra derecha (la maldad siempre puede superarse a sí misma, siempre puede ser más refinada en su forma de producir dolor y/o daño). Y sigue siendo una incógnita el explicar como el Servicio de Impuestos Internos (S.I.I.) y Aduanas no son capaces de detectar compras tan millonarias, pensando solo en la compra de los toldos, ni pensar en explicar cómo se mueven los productos para que lleguen a las estanterías de los ambulantes. Quizás les falta un apretón desde Contraloría General de la República (C.G.R.), que tiene capacidad intelectual y voluntad de cruzar información disponible y concluir tráficos, lavados, blanqueos, flojeras, complicidades y otros delitos y faltas presentes tanto por parte de los mafiosos que crean este mundo, como de quienes deberían controlar este submundo. Una buena herramienta es el levantamiento del secreto bancario, pero no existiendo, Dorothy y sus Boys pueden ser creativos en encontrar las herramientas que los parlamentarios de derecha niegan. Porque sin duda se debe investigar el origen, a los financistas de este problema para obtener una solución completa.

Por esa razón, mientras eso ocurre, y buscando una respuesta que evite la colonización de nuestras calles, algo que actúe como disuasivo; pienso en que la amenaza de quitar los beneficios sociales (bonos, PGU, descuentos, retiros anticipados, hasta jubilaciones anticipadas), el acceso a la salud pública, incluso el derecho a postularse a cargos y puestos de trabajo públicos o el derecho a voto, tanto a quienes insisten en instalarse como a quienes les compran; ¿será legal hacer eso?; pretendiendo de esta manera que los ocupantes de las calles más indiferentes y resistentes a respetar las reglas de la democracia y la acción coercitiva de la justicia, se verán privados de los compradores potenciales, quienes si temerán este castigo, ¿será legal?. A lo mejor es bueno condicionar o poner requisitos con estas exclusiones para detener este flagelo que se toma nuestras calles; además hay una cultura de la solidaridad mal entendida o mal razonada que impulsa a muchos a comprar en la calle como señal de empatía o incluso de anarquía contra las reglas establecidas. Lo que está claro es que el comercio ambulante se ubica solo en zonas de alto tráfico, donde camina mucha gente, al igual que un parásito busca posicionarse en un lugar donde el flujo sanguíneo sea el mayor posible, los comerciantes ambulantes definen estos lugares como los mejores para ubicarse, de ahí la importancia de evitar que el ciudadano alimente esta hoguera y crear los mecanismos inhibidores y/o correctivos para conseguirlo, mientras los estamentos del Estado juegan su rol para desarticular estas mafias.

Por malgusto

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