Como no pudieron valorizar el producto fútbol subiendo el valor agregado de los clubes, la caja la hicieron vendiendo a los juveniles, lo peor de todo es que no le dieron importancia a las divisiones inferiores y no entienden que la mejor forma de valorizar un club es tener recambio desde su cantera.
Pero las ganas de hacer caja y repartir utilidades, deja en evidencia lo cortoplacista de quienes invirtieron en los clubes; más que por amor a la camiseta lo hicieron por amor a la plata. Por eso, en cuanto lograron algo de dinero por la venta de algún jugador se apuraron en repartir utilidades y vender sus acciones, antes de que se desvalorizaran más.
La idea original de la Ley SADP o N°20019 fue terminar con los caudillismos e informalidades de los dirigentes antiguos y darle un impulso de profesionalismo a la gestión del fútbol; lo que no pudieron prever era la mentalidad rasca y anhelante de poder y dinero de quienes llegaron a hacerse cargo de los clubes, personas que se esperaban tuvieran una ética y un interés genuino en mejorar esta actividad deportiva. Una vez más la buena intención colisionó con la realidad.
Esa es la explicación del dinero. Lo que explica el punto, desde la obsesión por el PODER, pasa por la perspectiva de hacer un papel tan bueno en la gestión del club que eso se transforme en votos en una papeleta electoral a nivel comunal, regional o nacional. Lo que explicaría el súbito interés de Piñera por las acciones de un club que no era el de sus amores de infancia, pero si era un club que daba mucha visibilidad como plataforma electoral.
