Lo he sufrido en carne propia, los «Feriados Regionales», cuyo fin es ser un aporte a la regionalización y a una reafirmación de la identidad regional o local, tienen un problema surgido de una implementación precaria y carente de abstracción (de los efectos colaterales que producen). El problema es que mientras todo el resto del país sigue su funcionamiento, las oficinas estatales o judiciales o bancarias de estas zonas » bendecidas» o «privilegiadas» por estos feriados cierran a la atención de público, entonces mientras quienes vivimos en estas zonas creemos, erróneamente, que la vida en el resto de Chile se detiene, lo que no es así. En los primeros años de adopción de estos feriados me tocó inventarme viajes a 30 kilómetros de mi ciudad donde habían bancos funcionando para depositar y cubrir la cobranza de cheques que, al ser depositados en otras ciudades, se podían protestar por falta de fondos; imagino que a muchos les ocurrió esto, sobre todo a quienes la distancia de otras ciudades es de más de 2 horas de viaje, pienso en el feriado de Arica.
Se pueden imaginar lo complejo de hacerle entender a un juez o a Impuestos Internos o a Tesorería que no pudiste hacer un trámite o apelación porque estaban las oficinas cerradas.
Una muestra de una idea que parece genial y que la realidad te la amarga.