El Libre Mercado es vilipendiado y odiado por muchas personas y agrupaciones políticas, por eso es una incomodidad defenderlo; además se tiende a relacionar o representar como sinónimo de el Capitalismo, lo que hace más difícil defender al Libre Mercado; otro pelo en la sopa, cuantos empresarios que pregonan defenderlo o ser seguidores de esa doctrina económica, se coluden y terminan copando el mercado para ser únicos y monopólicos, un golpe de desprestigio al Libre Mercado. La conducta de estos empresarios le hace pésima publicidad al Libre Mercado, de hecho, aun no entiendo como los gremios empresariales no expulsan a esos » desprestigiadores» de sus filas y siguen sufriendo el escarnio público heredado por la acción de estos »cobardes» de la libre competencia, serán cruces ajenas que cargarán como gremio.
Mi conceptualización de Libre Mercado es que es sinónimo de Libre Competencia, competencia salvaje e innovadora que estimula que crees y recrees tu lugar en el mundo de acuerdo a tus fortalezas y talentos una y mil veces, el motor que ha movido países potentísimos al desarrollo, total en algunos casos. Planteado así, con esa simpleza, no es difícil aplaudir esta corriente económica, pero siempre aparecen sombras en el horizonte de esta discusión.
Para mi gusto uno de sus pecados capitales es: que cualquiera pueda instalarse con lo que quiera, entonces quienes tienen una idea de negocio buena son rápidamente imitados impidiéndoles gozar de una cosecha copiosa de gananciales de una idea genial. Alguien podría decir que eso es parte de la Libre Competencia, lo que es totalmente cierto, pero distorsiona el ecosistema de negocios el hecho de que alguien que no tiene talento ni estudios relacionados con un giro, pero que tenga el dinero o capital para copiar la idea y contratar el personal que la desarrolle, le arruina la cosecha al innovador.
Por otro lado, su lado positivo es que deja en manos de los privados la innovativa solución de problemas o servicios mal resueltos que surgen cada día, los que son ignorados para un Estado incapaz de leer lo que ocurre en el mundo real; por eso la función estatal solo debería circunscribirse a reglamentar los posibles conflictos o problemas que puedan aparecer con la implementación y/o uso de estas innovaciones, todo el sudor estatal debería estar enfocado a facilitar la gestión del Libre Mercado, para que cada creador logre su máxima expresión.
Otra ventaja del Libre Mercado, es que desnuda la ineficiencia legislativa en su atraso en la creación de leyes y desnuda su indolencia cuando la falta de regulación tiene consecuencias fatales; es tanta y son tantos los ámbitos donde no hay regulación que parece ser una labor titánica la que queda por adelante, entonces el surgimiento de la solución del privado a las necesidades no resueltas por el Estado lo obliga al menos a nregular o moderar esta respuesta, la pone sobre la mesa.
Tercera ventaja: permite que se compare constantemente entre los actores del mercado, lo que se agradece tanto como consumidor (ayuda a elegir lo mejor o lo más apropiado para cada uno) y como competidor (cuando la competencia contra la que te comparan es mala).