Los Excepcionales

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A fuerza de ver tanto mal comportamiento de las personas en la vida cotidiana elaboro la teoría de lo mal que le hace a una sociedad tener demasiadas personas excepcionales. Desde siempre en Chile ha existido una cierta discrecionalidad en la elaboración ( diputados y senadores), en la interpretación y aplicación de las leyes por parte de todos los estamentos encargados de su administración ( carabineros ; investigadores privados y policiales; inspectores municipales, de impuestos , de tesorería, del trabajo, del Compin ; guardias privados; militares; marinos; aviadores y en todo el poder judicial ), lo que nos convertía en un país sin corrupción monetaria , pero con mucho tráfico de influencias. Este trato diferenciado, que en los comienzos estaba vedado para las clases bajas e incluso clase media, le daba un tinte inofensivo a nuestra discrecionalidad  tan republicana. No era raro ver a carabineros en la carretera, devolviendo documentos a automovilistas dueños de autos de alta gama ( lo que , hago la aclaración, no me genera ningún tipo de resquemor, ni resentimiento, es solo la constatación de este acto). Esa normalidad era una forma tácita de reconocer que existíamos chilenos A y B, que era una conformación de la sociedad chilena muy rígida y estricta. Hoy ese equilibrio entre los excepcionales y los normales ( entiéndase por chileno B al ciudadano que no tiene posibilidad o interés en usar ese poder) se ha hecho mas difuso, en menor grado por una permeabilidad de las clases altas y en mayor parte por la desaparición de la autoridad de las calles durante el estallido social lo que hace que las clases mas bajas aspiren, demanden y/o puedan pagar por ese mismo privilegio.

Por esa razón ahora es común ver estacionados 20 o más autos en bandejones o veredas o los ves en el estacionamiento de minusválidos o en estrechos pasajes detenidos en doble o triple fila, se ven autos en las salidas de vehículos estacionados. O fenómenos como no respetar las filas ( signo inequívoco de un menosprecio por quienes los anteceden en la fila o por la convención social de respeto a quienes llegan antes). Ni hablar de la pérdida de validez de la luz naranja o del signo Pare. O de quienes por ahorrarse unos pesos de bencina salen de las estaciones de servicio o estacionamientos de pago por donde se ingresa a ellos.

La pregunta que uno se hace es ¿y quién es normal? .

Continuando con la idea y actualizando a nuestra realidad el caso » Audios»,  pasa a ser una muestra más de como los ciudadanos clase A tienen, hasta nuevo aviso, una venialidad concertada para ser mantenidos a resguardo de las manos voraces de los Servicios del Estado encargados de cobrar impuestos o tasas recaudatorias. Gracias a una grabación confirmamos lo que era un secreto a voces y confirmamos algo que los más preclaros intuíamos. Esto que podría ser una anécdota, y en mi caso, fuente de una desazón e infelicidad que nos envenena la existencia misma, una verdadera agresión a la inteligencia.

Además algunos de los ciudadanos clase B están exigiendo el mismo trato discrecional para ellos mismos, algunos incluso llegan a puestos de poder como mandos medios en municipalidades o servicios públicos o universidades o de guardias en un mall, desde donde ejercen una pequeña cuota de poder y forman sus propios grupos cerrados de amistades y conveniencias replicando la forma de vida de ciudadanía clase A. Y ahí está el germen todas las rebeliones que hemos visto desde el estallido social en adelante, que se ha mezclado con la crítica a ese mundo de la clase A,  formando un paragua bajo el cual se han unido los que critican ese mundo porque no son parte, como por resentimiento, o los que lo critican censurando esa forma de conformación de la sociedad, desde un lugar de no tener ningún interés en ser parte o crear un mundo de ese tipo.

 

 

Tags: Audios, ciudadanos A, excepcionales

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